La primera sensación que me queda es que Tornatore debe andar bastante descreído, bastante amargado, retratando un mundo darwiniano, donde todos hacen lo peor para salvarse. En L'sconosciuta, nuevamente se apasiona con una mujer (el cuerpo de una mujer), su protagonista sufre terribles avatares. El cuerpo femenino (el lugar donde reside la vida y la fe) es doblegado y destruido, como en Malena, pero sobrevive al dolor físico, a la pérdida. Es retratado en su destrucción y en su gloria. El pasado y el presente se muestran en secuencias separadas por un segundo. Al final la escena del encuentro imposible entre una mujer y su hija, como para grabarse la expresión de la mujer y el fondo musical de Morricone. Uffff!
Al modo en que ahora se nos presentan las noticias vía El Comercio. ¿Qué tienen en común Ray Bradbury y Andrés Calamaro? Ufff pregunta capciosa. Una nueva herramienta post moderna Marketing Press. Descreer de la tecnología cada vez más. Descreer de la realidad. Descreer de la vida. Tengo una cuenta en Twitter aunque no sé para qué sirve. Así que es casi como si no la tuviera. Desconfío del Twitter. Aunque probablemente (y es quizá lo que realmente sucede) Calamaro no necesita del Twitter para demostrar su fama (un par de buenas canciones y nada más, aunque suficiente), reniega diciendo lo que es obvio:
140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete, me importa tres pepinos perder un segundo más en el rebaño de boludos con Blackberry o lo que es peor: conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles... Ideologías desaparecidas, extinguidas hace ya tiempo, participar en un coro de subnormales generadores de concepto light, que asco de post modernismo (perdón si me río).
Por otro lado, en una más sesuda nota en Perú 21, el redactor titula excelentemente: Ray Bradbury, fuera de este mundo, el nonegenario escritor, creador de esta tecnología post moderna en sus sueños de literatura (Crónicas marcianas, Fahrenheit 451) que todos celebran, es el más descreído de este mundo de ciencia ficción de cartón piedra. Bradbury reniega de la tecnología: odia las computadoras, la Internet, los celulares. Y las redes sociales, claro.
Estamos demasiado comunicados. ¿Con cuántas personas queremos estar conectadas? ¿Cuántos amigos tenemos de verdad? ¿Por qué se quiere estar en contacto con todo el mundo? Yo creo más en el contacto humano real. La gente tiene que decir cuál es la función de la tecnología en su vida, y cómo va a usarla.
Lo que tenemos es la culpa moderna, modern guilt. Chemtrails.
I can't believe what we've seen outside. You and me watching the jets go by. Down by the sea. So many people. They've already drowned. You and me watching a sea full of people. Try not to drown You and me watching a sky full of chemtrails. You and me watching. You and me watching. The chemtrails is where we belong. That's where we'll be when we die in the slipstream. We'll climb in a hole in the sky.
I travel because I have to, I come back because I love you. Otro viaje. No de 30 minutos, pero sí con el espíritu de estar en tránsito, hacia algo o hacia ningún lado. Una voz, una mujer. La salvación o la muerte final.
Film brasileño de la dupla Marcelo Gomes y Karim Ainouz. Participó del Festival de Cine de Lima. José Renato, geólogo de 35 años, es enviado a Sertão en el nordeste de Brasil. El objetivo de su viaje es valorar posibles rutas para construir un canal desde el único río importante de la región. A medida que avanza el trabajo de campo, se hace evidente que Renato comparte con esos lugares el mismo vacío, la misma sensación de abandono y aislamiento.
Su voz informa de los sentimientos que lleva en el viaje, de sus estados de ánimo, de su agobio ante el recorrido, de la nostalgia por una relación amorosa. Sobrevoz permanente de un personaje invisible.
Las imágenes muestran paisajes, la carretera, lugares resecos, moteles, algunos personajes que se encuentran de paso. Todo es frágil, todo es transitorio, todo es precario.
Tan precario como las imágenes que vemos, siempre inestables, modificándose de un encuadre al otro. Se multiplican los soportes, cambian las texturas cromáticas, aparece el grano y luego desaparece, se emplean diversos formatos de filmación, las fotografías fijas dan paso al registro digital, las imágenes lucen sobreexpuestas, los tonos saturados, la luz calcina la película, los filtros la alteran, de pronto se satura el color. Esta es una “road movie” de afectos en tránsito, tan cambiantes, inestables e inseguros como los soportes de la imagen cinematográfica, que aparecen aquí mezclados, promiscuos, también en tránsito.
Corría 1997 y Bunbury decide decirle adiós a Héroes del silencio. En Planeta Sur recuerda: me di un par de años para largarme. En su primer disco como solista corta de un modo brutal con lo anterior. De lo viril a lo ambiguo. Del rock a lo electrónico, industrial, más un toque árabe oriental. Radical Sonora soplaba junto a los nuevos vientos de la industria musical también. El álbum consta de doce temas donde deja patente su exploración, musical y con ese halo oriental que siempre caracterizó su producción. Letras ambiguas que parecen remitir a diferentes tipos de drogas. Aforismos budistas. Los seguidores de Héroes lo odiaron. A mí me sigue pareciendo su mejor disco. El más valiente, el más arriesgado, el primero. Contracorriente.
En lucha libre, un “Half-Nelson” es una llave inmovilizante de la que no es fácil, sino imposible, librarse, así tú quieras librarte de ella. Pero no es sólo su adicción lo que tiene inmovilizado a Dunne (Ryan Gossling), un maestro desilusionado y autodestructivo que entabla una extraña relación con Drey (Shareeka Epps), una estudiante negra de 13 años en un suburbio de New York, aparentemente son razones profundas que en ambos protagonistas en paralelo son vistas y sólo sugeridas pausada y minuciosamente.
Half Nelson (2006) nunca se adentra en explicar por qué las cosas marchan mal para Dunne, aunque podría sugerirlo en escenas muy cortas (una ex novia a punto de casarse, ideales estropeados que él se encarga subliminalmente de disfrazar frente a sus púberes alumnos, una razonable incomunicación familiar). Sólo cuando imparte clases, Dunne se muestra animado, brillante, fuerte y con pleno control. Pero su vida personal es otra cosa: es adicto al crack.
Un profesor motivador hablando de los cambios en la historia, las fuerzas convergentes, las luchas sociales, pero que no puede salir de la asfixiante llave nelson que lo tiene cogido del cuello. Un excelente paralelo es Drey, su alumna, perdida en los condicionantes sociales de una familia destruida por la falta de un padre, un hermano en prisión y sus necesidades económicas.
El gancho para la relación entre alumno y maestro es que Drey encuentra fumando crack a Dunne en uno de los baños del colegio. Al sorprenderlo aterrado, recogido como un feto descubre el verdadero yo de su maestro: desesperado, ensimismado, los ojos inyectados de sangre en una perfecta burbuja de solipsismo.
Half Nelson despliega una ambigüedad pasmosa en el triángulo que se cierne entre Drey, Dunne y el dealer que empleó a su hermano. Lo ambigüo es que el profesor debería ser bueno y correcto, pero sólo es un adicto a las drogas, mientras que el dealer es comprensivo y trata de ayudar. En esa pugna, Drey también está sometida a fuerzas que en apariencia son diferentes, pero que podrían ser la misma.
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Y MIENTRAS TANTO... EL PULSO SIN DESCANSO, EL PULSO SIN DESCANSO...
FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas.
CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.