materiaverbalis
30 de octubre de 2009
 
I'M IN LOVE FOR THE FIRST TIME AND I DON'T FEEL BAD



No sólo he encontrado puertas de verdad, sino de las otras, las que no se ven, las que marcan absolutamente todo y que más que puertas son límites que nunca podré traspasar, las que no me está permitido transgredir hasta que alguien me deje entrar. He fantaseado de niño con una invitación a traspasar las puertas, ya sea la de William Blake o la de Aldous Huxley, la puerta que separa lo conocido y lo desconocido: el límite. En medio siempre están las puertas. Pero no bastan solamente las puertas. Debe haber alguien que te invite a entrar, alguien a quien tú le puedas susurrar rogando: Déjame entrar. Porque el vampiro siempre serás tú, el vampiro que pide permiso para entrar.

Todos los impulsos, tus pulsaciones de odio y crimen que siempre te han reclamado…

Låt den rätte komma in, Let the Right One Slip In, Déjame entrar…

Let the right one in (Låt den rätte komma in) es una pela sueca del 2008 del director Tomas Alfredson, que recibió numerosos elogios de la crítica internacional y ganó numerosos premios incluyendo el "Premio Founders al mejor guión adaptado" en el Festival Cinematográfico de Triveca del año 2008 y el Méliès de Oro de la Federación de Festivales de Cine Fantástico Europeo por la Mejor Película Fantástica Europea.

El film recrea el viejo mito del vampiro que pide permiso para entrar aunque aquí el mito se convierte de un modo distante en ese sueño recurrente de todos los niños y púberes retraídos, lectores ávidos, fervientemente sensibles y soñadores que pueblan el planeta. El sueño romántico de todos los aprendices a artistas, quienes ansíamos conocer a la niña vampiro que comprenderá nuestros juegos, revelará el lado oscuro de nuestros corazones, amará nuestra inocencia perversa, abrirá el límite, la puerta que oculta nuestros malos sentimientos de odio, venganza y muerte contra quienes soñamos algún día asesinar.



El argumento (básicamente el mismo del libro homónimo de John Ajvide Lindqvist) es: Oskar, un niño solitario y triste que vive en los suburbios de Estocolmo, no tiene amigos y sus compañeros de clase se mofan de él y le maltratan. Una noche conoce a Eli, su nueva vecina, una misteriosa niña que nunca tiene frío, despide un olor extraño y suele ir acompañada de un hombre de aspecto siniestro. Oskar se siente fascinado por Eli y se hacen inseparables. Al mismo tiempo, una serie de crímenes y sucesos extraños hace sospechar a la policía local de la presencia de un asesino en serie.

Ok, hasta aquí perfecto.



Pero Låt den rätte komma in (la novela, no el film) es un poco más complicada. El inicio se centra en una descripción de la ciudad donde se desarrolla este enrevesado cuento de hadas, una ciudad construida de la nada. Una ciudad nacida en un bosque y a donde se muda una población entera para colonizar. No hay historia, ni referentes, sólo una floreciente economía posmoderna, donde los vampiros están de más, donde Oskar está de más. Es el micromundo sin referentes de las súper desarrolladas naciones escandinavas de los años 80. Que ocultan sus impulsos violentos detrás de las puertas, poniendo todo a raya en favor del progreso. La cosa se complica aún más... Cuando nos enteramos (en la novela) que Eli no es una niña, en la película esto queda un poco ambiguo, aunque Eli siempre le recuerda a Oskar que ella no es una niña, no obstante se está enamorando de él. Y Oskar en su soledad herida, le dice que no importa.



En la película, sólo hay una toma que ofrece un plano del miembro seccionado de Eli, la cicatriz a modo de vagina. Pues en la novela se explica que Eli hombre niño fue castrado por otros vampiros y ahora deambula en sus eternos 12 años. Oskar también es abusado y humillado, Eli le enseña a abrir la puerta de su odio, de todo lo oscuro que cuando estalla es una liberación. Cuando siente la fuerza del mal dentro de sí y le corta la oreja a quien era su castigador. Entonces el baño de sangre al final de la película es el odio primigenio en un estallido total: miembros desmembrados, sangre, decapitación y un beso final entre los dos inocentes al fin reunidos.

Este film sueco me recordó la película The Bothersome Man, film noruego que también explora el tema de los impulsos escondidos y la desadaptaciones en la moderna sociedad noruega, país escandinavo, pero que a diferencia de Låt den rätte komma in lanza su violencia espantosa contra el mismo protagonista, quien también desea una salida al mundo perfecto de cartón, lo único que le queda es refugiarse en la autoflagelación y la autodestrucción. La gran diferencia entre ambos films es que Låt den rätte komma in es una mezcla entre Columbine y un cuento de hadas.



Esta película tenía que llegar a mí. Uno de mis discos preferidos es Viva Hate (1988). El primer disco de solista del gran Morrissey parece ser el motorcito detrás de la novela de John Ajvide Lindqvist: Let the Right One Slip In, es una canción que precisamente recrea también el viejo adagio de los vampiros que desean que los invites a entrar a tu casa para chuparte la sangre… Los que llaman a todo lo oscuro que tienes dentro de ti: Let the right one in, let the old dreams die, let the wrong ones go… Aunque John Ajvide utilice como epígrafe una canción del segundo disco del Mozz, Bona Drag: I never wanted to kill. I am not naturally evil. Such things I do Just to make myself More attractive to you. Have I failed?



Last of the Famous International Playboys.
 
Comentarios:
Eres un pobre fracasado. Ya deja de escribir tanatas tonterías en tu blog, escrtorzuelo de quinta, cuyos libros no lee nadie. En serio, por tu bien deja de escribir. Eres patético.
 
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas. CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.

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