El discípulo Doko se presentó ante un maestro Zen, y le dijo:
-Estoy buscando la verdad. ¿Cuál es el estado mental en el que debo perfeccionarme para encontrarla?
-No hay mente, de modo que no puedes ubicarte en estado alguno. No hay verdad, de modo que no puedes perfeccionarte para alcanzarla.
-Si no hay mente que perfeccionar, ni verdad por encontrar, ¿por qué estás aquí con estos monjes que se reúnen todos los días ante ti para estudiar el Zen y perfeccionarse?
-Pero si aquí no hay siquiera un palmo de sitio -dijo el maestro- ¿cómo podría haber una reunión de monjes? Yo no tengo lengua, ¿cómo podría entonces llamarlos o impartirles enseñanzas?
-Oh, ¿cómo puedes mentir así? -respondió Doko.
-Pero si no tengo lengua que me permita hablar, ¿cómo podría mentirte? -dijo el maestro.
Entonces, Doko exclamó con tristeza:
-No puedo seguirte. No puedo comprenderte.
-Yo no puedo comprenderme a mí mismo -respondió el maestro.
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas. CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.
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