CUY DE FERIAAyer fui a la
Feria del Libro y sólo duré 30 minutos recorriendo sus asfixantes, minúsculos, enredados y ensordecedores pasillos y stands. Ha sido un desacierto absoluto cambiar de escenario para este evento. También elegí el peor día para darme una vuelta. Quizá. Domingo y con el escritor Aldo Miyashiro (¡!)… había una cantidad espantosa de gente reunida. Pasar la media hora que pude a duras penas soportar rodeado de tanta gente, me trajo a la memoria un día en el Mercado de Magdalena o La Parada. En fin, me parece que las dimensiones de este recinto no son las adecuadas para la cantidad de gente que estaba allí. Lo digo sobre todo por la comodidad. Lo digo por la respiración y esas cosas. Fuera de que el Vértice del Museo de La Nación no cuenta con estacionamiento: me pasé otra media hora buscando un lugar dónde estacionar. La idea sería continuar con el espacioso y ordenado recinto del Jockey, con estacionamientos y seguridad. Otra idea que se me vino a la cabeza fueron los cuyes mientras me paseaba por sus galerías. Cuy de feria, porque todo era intrincado y desordenado. ¡Horrible! Si van a cobrar un sol al menos alquilen un mejor local y preocúpense por ordenar en filas los stands y darles más espacios porque todo fue relmente caótico y ensordecedor. Ah lo positivo, claro: vi dos libros que no alcancé a comprar por cuestión de asfixia y sudor: uno sobre violencia política y la literatura de años recientes del IEP (el mejor stand de todos los años) a cargo de Vich, Ubilluz y una estudiosa más, y un comic argentino sobre la crisis de los 30 años, en b/n ¡graciosísimo!
Así que si aún no han ido a la feria, como diría Melcochita (también Melcochita llenaría la Feria), yo le recomendaría: ¡NO VAYAN!