MOSQUITOS POR LEONES
Coetzee da en el clavo en
Juventud. Dice lo siguiente, refiriéndose a
Ezra Pound y
T. S. Eliot, léelo bien y con claridad, en voz alta evidentemente:
Como Pound y Eliot, tiene que estar preparado para soportar todo lo que la vida le tenga reservado, incluso si significa el exilio, la labor no reconocida y el oprobio. Y si no supera el supremo examen del arte, si resulta que después de todo no está bendecido con el don, también tiene que estar preparado para soportar eso: el veredicto irrevocable de la historia, el destino de ser, pese a todos sus sufrimientos presentes y futuros, un artista menor. Muchos son los llamados, pocos los elegidos. Por cada gran poeta hay una nube de poetas menores, como mosquitos zumbando alrededor de un león. (pág 28).
Mi pregunta para Coetzee, Pound y el flaco Eliot sería: ¿Cuántos mosquitos pasan hoy como leones? ¿Cuántos leones son considerados mosquitos y quién se encargará de tamizar who is who? Esto me hace recordar una prosa que escribí hace poco sobre el valor de la escena más romántica de la literatura peruana, dice así (para usted ¿cuál es?)

¿Te aburro no?, me preguntó cuando se dio cuenta de que más le prestaba atención al Atlético Minero vs. Alianza Lima vía CMD. No, qué va (agregué, pensando, me tenés podrido). ¿Cuál es la escena más romántica de la literatura peruana?, preguntó metiéndome otra vez en la realidad. Uff, exclamé. No se lo digas a nadie. Ok, pero dime que ardo de curiosidad. No, digo que en la novela de Bayly está esa escena. ¿Así? Uyyyyyyyyyy, suspiró. Me encogí de hombros. ¿Qué parte? Al final, casi al final. La mitad de la novela es una broma, la primera parte. Es una caricatura para fregar a la gente. El tío sale del closet harto, pero después Bayly se despabila, se pone duro. Quizá se fumó un cacho y se soltó las trenzas. Alucina el cuarto de hotel, después de entrevistar a José José o Julio Sabala, Bayly regresa a su habitación y se viste de mujer, el muy trasvesti. El único escritor peruano que deja la solemnidad y muy maricón se trasviste para escribir su primera novela. Sí, afirma ella, al final casi todos los escritores son trasvestis (bravo Y, ¡palmas!). A partir de la segunda parte, el entrevistador se pone confesional, es rápido con las palabras pero hay algo detrás de lo que cuenta. Ya, ya, ya no te hagas el listo… y cuenta, me dice Juno (calla Juno). Ok, Bayly viaja a Miami… disculpa Joaquín Camino, quiero decir. Joaquín viaja a Miami, está medio misio, está solo… Está sensible. Se enamora. Se tiempla hasta los zapatos del botones del hotel barato en el que se hospeda. Hay intercambio de miraditas mariconas. Zauuuuu. Y surge el amor (ahhhhhhhhhhh). Lo cita al botones a su habitación. Joaquín está enamorado. Es un maricón romántico (el colmo, ¡ja!). Se depila las piernas y se viste con las mejores prendas femeninas. Cuidadosamente como una quinceañera en la bañera escuchando
Dress me up de Madonna o
Like a virgin (zauuu) se pasa la máquina de afeitar y se arranca los pelitos de sus huesudas piernas. Se pone pantimedias (ufff), se echa un perfume carísimo, se pinta su boquita a lo Lou Reed en
Make up (Your face when sleeping is sublime… When you’re in bed its so wonderful… People say that its imposible). El botones entra a la habitación y se lo tira.
–Qué tierno –dice Juno.
–Sí –digo yo– dos maricones tiernos.
La escena más romántica de la literatura peruana.