LA CIUDAD DE LOS FREAKS
Sinopsis (Peru Book Store):
Santiago Urbay, un solitario e insomne profesor de matemáticas, encuentra a Pablo Montes herido en la calle y lo lleva a una posta médica. Después de eso, Montes desaparece sin dejar ningún rastro, y son Santiago y Sonia -la hija de Montes- quienes lo buscarán tenazmente, a pesar de los peligros y amenazas, descubriendo algunos de los aspectos más sórdidos de la tugurizada ciudad en que viven.¿Desde una realidad precaria se hacen obras precarias? Esto sería cierto desde un ámbito material. Pero ¿qué ocurre con el arte? O la literatura, lugar desde el cual me toca reflexionar. ¿O la ecuación es inversa? Desde una realidad precaria se hacen obras con vigor que, sin embargo, revelan la precariedad de la cual proceden. Podría ser cierto. Desechemos las fórmulas. Pensé precisamente en esto al leer
El fondo de las aguas (2006) de Peter Elmore. La distorsión que hace el autor de la ciudad es una ingeniosa idea y revela de gran modo la precariedad de una sociedad anómica, deforme, gris, minusválida, desfigurada. No obstante, el tramado me pareció deficiente porque las expectativas de grandes descubrimientos no fue lo que yo encontré hacia el final, más tratándose de una novela policial (así dice la contracara, lo mismo se dijo de
El enigma de los cuerpos). En verdad esperaba saber de qué exactamente iba la novela pasada la mitad de ésta. Incluso pensando que las reflexiones del protagonista y esos flashbacks realmente innecesarios y a veces un poco ingenuos (la ingenuidad del personaje) podrían al final albergar un giro sorprendente a una historia ya de por sí gris, un poco más tirada de los pelos que las demás (pienso que en la mayoría de las novelas ocurre esto: lo extraordinario, lo singular). Digamos que todo se queda en la epidermis y la historia queda atrapada en la resolución de un misterio que no es tan misterioso y que tampoco tiene una resolución satisfactoria ni soprendente como se vende en las novelas policiales. Tampoco los personajes son tan profundos y el investigador amateur (un matemático además) reflexiona y se detiene en cosas superfluas. Raro tratándose de un matemático, que a mí entender debería buscar soluciones concretas en lugar de divagar. Sí, divagar. Irse por las ramas. Pero ni estética ni funcionalmente esas divagaciones, que incluso el narrador se encarga de marcar en alguna página de la novela, hacen que el asunto funcione o sea poderosamente atractivo.
Hay algo muy valioso en el hecho de deformar la ciudad. La pregunta para cada lector sería: ¿por qué deformar?, ¿por qué caricaturizar una ciudad de enfermos, mounstruos y contrahechos?
El fondo de las aguas sería la versión apagada y triste de
El obsceno pájaro de la noche de Donoso en esa exclusiva búsqueda de dejar en claro que dentro de los muros de la ciudad solo existen marginales,
freaks. La ciudad como una galería de desadaptados.
Buena intención, no muy buen resultado.