¿Quiénes son estos hombres y qué quieren? Me preguntaba en mi post anterior haciendo eco de la semilla transgénica. Y para ello el húngaro Bela Tarr me daba la respuesta. Pero es una respuesta suspendida en el tiempo. Inmortal. Renovada. Una pregunta y su respuesta. Igualmente parca. Como el plano secuencia que abre Werckmeister Harmonies (2000). Un bar y un joven explicando la armonía del cosmos junto a varios borrachos. Es una explicación maravillosa y llena de una esperanza vital. El ciclo renovado de vida y muerte. El ciclo de un eclipse. Luz y oscuridad. Temor y esperanza.
Según Filmaffinity, el argumento es éste: un espectáculo ambulante llega a la ciudad, con la promesa de que será exhibida la ballena más grande del mundo, acompañado por una figura misteriosa e incontrolable a la que se le llama "el Príncipe".
Si la película se plantea como un gran símbolo, qué es esta exhibición, qué es la ballena y quién es este Príncipe que en una secuencia aterradora llama a la rebelión, a la destrucción en nombre de nada. La exhibición es a su vez un símbolo dentro de la lógica del film, una mascarada que anuncia la apocalíptica llegada de una rebelión. Pero a su vez es un símbolo de un gesto, un grito permanente, un eco mayor que viniera desde un inmemorial presente. Una rebelión que en verdad es un eclipse, una elipse que reclamara aquí en la tierra la oscuridad. Y qué es este ideal maravilloso al que Janos (el protagonista) sucumbe cuando observa a la ballena aún con fe. Ese símbolo increíblemente grande de Dios encarnado en la figura leviatánica de una ballena. Pero muerta y exhibida para el sustento de una rebelión dirigida por un Príncipe (¿de las tinieblas?) y aplacada por un ejército de niños jugando a las espadas frente a sus reflejos (otro muy buen plano).
Pero por qué las armonías de Werckmeister. Si este personaje histórico definió un modelo de afinamiento para los instrumentos musicales durante el Medioevo. Y el filósofo encerrado en su habitación, tío de Janos, en una secuencia en la que explica la fe que tenían “los antiguos”, los clásicos en relación a la música como algo perfecto, explica que ahora esa misma fe se ha perdido (como perdida y muerta está la ballena), así como la fe en grandes ideales y el único camino que pareciera abierto para los esperanzados como Janos al enfrentarse a la realidad es la locura por un lado o una irreconciliable soledad que el filósofo muestra al final cuando visita a esa ballena abandonada en la plaza destruida. Es contundente esa imagen por su poder. Al final de su vida y después de los constantes ruegos del joven Janos para que vaya a ver a la ballena. Pedido al que tantas veces se negó, finalmente se anime: podrá ver lo que encerrado en su habitación de fatigado pensador ha concluido como lo hizo en relación a la música: no hay nada, todo está vacío, suspendido en el tiempo y el espacio como los lejanos astros.
¶ 10:24 a. m.
FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas.
CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.