materiaverbalis
24 de marzo de 2008
 
¡SWEENEY TODD SOY YO!



Sweeney Todd está extremadamente buena al hacer de los personajes personificaciones de sentimientos extremos. Como en alguna otra película se dijo, solo en los sueños los sentimientos son abrumadores, creo que no es tan cierto. También en esta película de Burton, los sentimientos son abrumadores a pesar de estar cantados. Ya se dijo bastante sobre la artificiosidad de ese Londres decimonónico. Pero qué no es artificioso. Hasta cantar cuando se monologa o dialoga es artificioso. Todo lo que nos rodea es artificioso, las personas son artificiosas, el trabajo es un artificio, la vida (DIABLOS!) es un artificio, por eso Sweeney Todd es una película absolutamente realista en ese sentido. El rencor del barbero, la unión de las diferentes historias, el desenlace, todo está preparado para ser intenso y revelador, ¿pero todas las ficciones no tienen este agregado? Así es señores. La actuación de Deep es convincente. El inicio del film da la idea de una época oscura, el nacimiento de nuestra era industrial. Qué mejor parábola. Un cuento de hadas negro (especialidad de Burton) de la revolución industrial y la locura del hombre por destruir al prójimo. Y detrás de ellos un escenario de cartón piedra, donde los dramas más básicos representan el destino infausto de los limpios de corazón.

Y como ocurre en partes de las piezas de Shakespeare o Cervantes (los dos más canónicos de las letras), Sweeney Todd habla de estas magras tierras:

I have sailed the world
beheld its wonders
from the dardinells,
to the mountains of PERU,
But there's no place like London!
[…]
I too have sailed the world and seen its wonders,
for the cruelty of men is as wonderous as PERU
but there's no place like London!


También vi La vida en rosa, nada que ver. Larga, innecesariamente enrevesada. A veces la edición ayuda y deja entender partes significativas de una ficción, pero en La vida en rosa, la edición es un adorno que no aporta. En fin se deja ver a pesar de todo, pero está muy larga. En lo que realmente debieron haberle metido tijera no se hizo. Un biopic más. Los dejo con mi canción favorita de la Piaf (mucho antes que la pela, la descubrí gracias al maestro Jorge Salazar, de la novela La medianoche del japonés, a quien le dedica un par de escenas), Los amantes de París.

 
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas. CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.

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