Los estamentos sociales férreos, la inmovilidad social y la trasgresión son los temas que con mucha frecuencia son visitados en las ficciones inglesas. Temas que fueron visitados sobre todo en sus obras más clásicas y que cada cierto tiempo se reformulan. Esto es lo que ocurre con Atonement (2007) de Joe Wright, lo cual al mismo tiempo no tiene nada novedoso, porque es un filón narrativo que genera melodrama y también las peores telenovelas mexicanas. Aunque visto con más optimismo ha generado buenas ficciones: de alguna manera en Notes on a Scandal (2006) con Cate Blanchett y Gosford Park (2001) del siempre interesante Robert Altman.
Notes on a Scandal se inicia con la excelente voz de Judi Dench en off (un diario en plena escritura) de una sombría profesora de escuela, una versión decadente de las narradoras de las novelas de Austen o Charlotte Bronte, analizando la procedencia social de sus alumnos con una ironía y un sarcasmo que me pareció genial. Más o menos la cosa va así: “La gente siempre me ha confesado sus secretos, pero a quién confío los míos. A ti. Sólo a ti… (refiriéndose a sus diarios). El primer día de un ciclo nuevo. Aquí viene la plebe pubescente de la región, los futuros plomeros, asistentes de compras y también sin duda alguno que otro terrorista. Antaño confiscábamos cigarrillos y revistas pornos. Ahora son cuchillos y crack… y lo llaman progreso”.
Por otro lado, Gosford park sigue la línea autorreferencial de la casa country en un caso policial con implicancias sociales y de bastardía. Como ocurre con la novela de George Elliot, Mansfield Park, Gosford Park también trata de ser un reflejo cerrado de las duras relaciones sociales. Cuando comienza Atonment, en esa extremadamente creativa apertura que en lugar de música crea un ritmo de golpes dados en una máquina de escribir, se observa la toma en miniatura, artificial, de la casa country en la que ocurrirá también un hecho policial y una niña escritora parece jugar con los caminos narrativos que sigue o que podría seguir la realidad. Una caja dentro de otra. Una casa de juguete (la de las fantasías) dentro de la casa real (donde ocurre una tragedia). Pero en verdad la película trata sobre ese gran tema que es el verbo potencial, todo aquello que debió ser y no fue. Y todo eso trasplantado a la creación, a la literatura (al cine). No entiendo por qué algunas críticas tratan de desmerecer la estética cuidada de Atonement. Se entiende porque el pasado o aquello que nunca ocurrió o todo aquello que reformulamos como quisiéramos que hubiera sucedido, siempre lleva el sello de lo espectacular, de la estética de revista de modas, del adorno.
Cabe recordar que Atonment está basada en la novela homónima de Ian Mc Ewan del 2001 e incluida por la revista Time entre las 100 mejores novelas de todos los tiempos, otras ficciones de Mc Ewan también han sido adaptadas al cine. Supongo que se entiende la vivacidad narrativa del inglés y de este film en particular recordando el brusco desenlace de Ámsterdam, novela que reseñé hace un tiempo aquí, desenlace brusco como en el caso de Atonement.
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas.
CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.