BONZO
Entre esta semana y la anterior leí dos extractos de entrevista, de las que me he quedado con dos ideas maravillosas. La primera es una reflexión de
Domingo de Ramos, dice lo siguiente:
"Es muy difícil recordar lo que para uno ha sido un momento de explosión, de felicidad entre comillas. Lo dramático es lo que te queda más... El drama es la parte esencial de la vida". Como diría la tía
Lourdes Berninzon, alzando su carnal cejita, digna de una escena sado, "gracias por tu aporte". La reflexión de De Ramos es digna de un epígrafe de mi novela. Estoy absolutamente de acuerdo contigo y salud, tío, pero con agua.
La segunda es de
Luis La Hoz, hablando sobre la obra de
Luis Hernández, dice lo siguiente:
"Uno hace con su vida lo que quiere y haga lo que uno haga, nunca hace nada, porque hagas lo que hagas, las cosas son como son. O sea que cualquier movimiento, cualquier cosa que escribas no es nada. Las cosas suceden igual sin ti o contigo, escribas o no escribas, hables o no hables, esa es la gran verdad; nada más".Ambas son reflexiones poderosas y creo que en su claridad son aún más valederas. El drama de la vida es una de las revelaciones que con los años uno encuentra refulgiendo en el propio camino. Un clímax entre otros. ¿Actuar o no actuar? Esa era la otra idea de La Hoz, digna de un monge budista. Debo decir que esta dicotomía es paralizante, cosas se dicen al respecto en los
koan budistas que durante mi estancia universitaria tanto leía y que a su vez
Cortázar exploró en la envejecida
Rayuela.
Simplemente dejo estas dos reflexiones para su evaluación.