materiaverbalis
17 de setiembre de 2007
 
DE BATTRE MON COEUR S'EST ARRETE



Antes que nada debo agradecer haber leído hace un par de meses en alguno de los post del blog de Fuguet sobre esta pela. De gran título. Poderoso. De gran poder: De battre mon coeur s’est arrete. ¿Qué raro que me estén siguiendo las temáticas padre/hijo una vez más? ¿Por qué, por qué?

¿Desde hace cuánto me siguen las temáticas padre/hijo?

De latir, mi corazón se ha parado es una pela de comienzo filo sentimental, unos 15 minutos equívocos y una trama posterior maravillosa. Este es el argumento de la pela, según Butaca:

Tom (Romain Duris) tiene 28 años y está destinado a seguir los pasos de su padre en el sórdido y a veces brutal negocio inmobiliario. Pero un encuentro casual le lleva a creer que puede convertirse, como su madre, en pianista. Con determinación, comienza a prepararse para una audición con una pianista china. Pero las presiones provenientes de su trabajo diario pronto se convierten en algo más de lo que puede manejar.

Los de Butaca son unos gilipollas. A mi modo de ver la temática está enclavada en la relación tensa entre el padre y el hijo. Una tensión cargada de un drama invisible en el film, que parece tener que ver con la madre, su histeria y sus crisis por el piano. Hay acusación, chantaje, a veces odio. Aunque más allá de esta relación, está el talento de Tom desperdiciado por las trabas y los malos entendidos de la vida. Los caminos equivocados, los desvíos. En el caso de Tom su talento y amor por el piano, su gran sueño. El sueño del arte, heredado de la madre. ¿El padre? Un arrendatario y especulador de inmuebles, un corredor inmobiliario como su hijo. Atención aquí porque no por nada Fuguet rodó Se arrienda, cuyo protagonista tiene casi la misma chamba, solo que nuestro protagonista se lleva la parte más fea del trabajo en la inmobiliaria. Es el matón, el desalojador, en una versión francesa, claro. Pero más lejos de eso: es un disfraz, un traje. Debajo del traje lleva el alma de un artista. Entre trabajo (destruir una propiedad, moler a golpes a un especulador, meter ratas a una propiedad), coge su discman y se mete a su caña a escuchar música y cuando inicia su reaprendizaje de pianista, luego de encontrar a su ex profesor y ex representante de su madre, que lo invita a hacer una audición, practica los movimientos de las manos en las discotecas tomándose un trago. Mientras le hablan de una propiedad que pueden sabotear para comprarla a bajo precio, Tom sonríe haciendo el recorrido de las teclas. Está enamorado del piano (qué sentimiento maravilloso enamorarse de algo etéreo e invisible como el arte) y es feliz alucinando con la posibilidad de regresar a él. Dejar el negocio inmobiliario, donde se lleva la parte más cagona y meterse en su verdadera pasión: el piano. Para hacer una gran audición con su ex profesor, contrata a una pianista china que sin saber francés le enseña lo que sabe y trata de corregir sus defectos que por falta de práctica ha adquirido.



En uno de los chantajes que su padre le empuja a resolver por una deuda, se daña una mano golpeando al dueño de un restaurante, pero aún así sigue tocando con la mano herida. Esa escena es increíble. Sin ser muy vanidoso, me hizo recordar a un cuento mío King Snake en el que un guitarrista de un grupo de jazz ejecuta su mejor pieza. Mientras lo hace, las heridas en las muñecas que él mismo se había producido empiezan a sangrar. Escena memorable la del cineasta francés. Es una gran imagen metáfora. A ver si alguien la para.

Tom está rodeado de los sucios trucos de la vida, carga con una relación jodida con su padre y además apaña la infidelidad de su jefe y amigo a la esposa a quien conoce, pero conserva a pesar de todo su verdadera búsqueda: parece vivir encerrado en una burbuja en la que la música es el telón de fondo. Un matón pianista.

El amor a la música no tiene nada que ver con ser una buena persona. Tom es el ejemplo perfecto. Ama el piano, pero es un matón. Un matón que sueña con ejecutar una pieza perfecta con una mano herida.

Como Tom, yo diría que a pesar de todo: ¡de latir mi corazón no ha cesado!

Altamente recomendable.



(Alberto Fuguet sobre De battre mon coeur s’est arrete:
http://laspeliculasdemivida.blogspot.com/2006_11_01_archive.html)
 
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas. CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.

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