LA ÉPICA DEL DESASTRE



Clases, estado y nación en el Perú de Julio Cotler es anfo puro. Entregar ese libro a la enseñanza pública es como darle a un alumno un cartucho de dinamita. Lectura obligatoria y devastadora, de un escepticismo extraordinario. Acabo de finalizar su relectura, después de varias años de ese maravilloso curso de Realidad Social Peruana en la PUCP allá a fines de los 90. En una reflexión sobre los años 60, que perfectamente calza con estos aciagos días de aprismo, Cotler dice:

El descreimiento y el cinismo campeaban y si bien es cierto que siempre estuvieron presentes en la cultura política de la sociedad peruana, en esta ocasión llegaron a constituirse en sus elementos prominentes. Compartiendo estos rasgos culturales se agregaban el desaliento de los que habían soñado con la renovación ofrecida por Belaúnde y la generalización de la creencia [sic] que la democracia no era otra cosa que un “engaña-bobos”, que los poderosos movían a su antojo para confundir a la población.

Más que verdadero.

También leí La conjura contra América de Philip Roth. Me la había imaginado más bacán. El rollo judío a veces ambigüo está presente con una fuerza que no se encuentra ni en Pastoral Americana ni en The Ghost Writer (uso el título original porque la traducción en español es cualquier cosa: La visita del maestro, qué horrible título), ambas novelas narradas desde el punto de vista de Zuckerman, alter ego del escritor judío. The Ghost Writer anuncia el tema de fondo de La conjura… en una elipsis de varios años. Esto es interesante, puesto que al final del libro (The Ghost Writer), el padre de Zuckerman encara a su joven y principiante hijo su responsabilidad sobre el retrato de la vida de los judíos en sus ficciones.

No es culpa tuya si no sabes qué piensan los gentiles cuando leen cosas como ésa. Pero yo puedo decírtelas. No piensan en la grandeza de la obra de arte. No entienden de arte. Tal vez yo mismo no entienda de arte. Tal vez nadie de nuestra familia lo entiende, no como entiendes tú. Pero a eso voy. La gente no lee el arte; leen sobre otras personas. Y las juzgan en tanto tales. ¿Y cómo crees que juzgarán a las personas de tu cuento, qué conclusiones crees que sacarán? ¿Has pensado en ello?



La conjura... es una reflexión nacional norteamericana en torno al asunto de los judíos en la contrucción de la identidad de los EEUU. en el marco de un aparente y tramposo marco ficcional previo a la Segunda Guerra Mundial, en lugar de Roosevelt asume el poder el pro nazi Lindbergh, un aviador con ascendencia alemana que recibió una medalla nazi en Berlín. Digo tramposa porque aparentemente nada de eso ocurrió, pero asumo por el largo dossier que acompaña la novela en sus últimas páginas, las variantes que Roth ha ingresado son mínimas y lo que en verdad está haciendo es contar la verdadera situación que vivieron los judíos durante esos años. Se trata de una familia judía vista desde los ojos del niño narrador Philip, quien verá cómo su familia y todo su barrio de Newark entran en un pánico que a veces es justificado a veces no, de un pogromo contra ellos en esa apocalíptica Norteamérica nazi. Justamente esa paranoia fue lo que más me gustó, esa baja tensión del peligro. Y cómo no una de esas reflexiones estruendosas que Roth hace de la historia, ese material vivaz y amoldable como el mercurio:

Lo impecablemente imprevisto, que había dado un vuelco erróneo, era lo que en la escuela estudiábamos como “historia”, una historia inocua, donde todo lo inesperado en su época está registrado en la página como inevitable. El terror de lo imprevisto es lo que oculta la ciencia de la historia, que transforma el desastre en épica.

A la luz del pormenorizado análisis de Cotler de la nefasta historia del Perú, me pregunto si en nuestro caso el desastre que es la historia del Perú, donde la riqueza de las capas dirigentes se basó en la explotación y la esclavitud hasta bien entrado el siglo XX y luego en el capitalismo norteamericano, sin ofrecer absolutamente nada a la amplia base popular, se podría hablar de una épica. O mejor deberíamos hablar de una simple carnicería. Y dicha carnicería es una épica, la épica del mastín. Es verdad, nuestra historia es inevitable, deformada y endulzada, llena de personajes gallardos, inevitablemente grandiosos en la derrota, el abuso, el engaño y la explotación. El terror de lo imprevisto en esa historia no podría ser aterrador sino más bien esperanzador, salvajemente esperanzador. Pero a la luz de los 80, que es una secuencia lógica de los acontecimientos históricos anteriores, ¿tenemos derecho a esa esperanza? O es que acaso la esperanza nos está vedada.

PD: Busqué un pequeño comentario sobre el fascismo en Uno y el universo de Sábato, recordaba haberlo leído y sabía que había algo interesante sobre el tema arriba tratado por Roth. No me equivoqué. Sábato dice lo siguiente: "No veo sobre qué base puede suponerse que Henry Ford haya dejado de ser antisemita y antisocialista. Y en tanto pesen en los EEUU hombres como Ford susbsistirán los peores peligros para el pueblo norteamericano, para el mundo entero y en particular para nuestros países -apéndices económicos".  ¶ 1:04 p. m.