VIAJES DE VERDAD
Hace algunos meses, apareció esta crítica sobre mi novela en
El Dominical de
El Comercio, escrita por
Diego Otero. Creo que es pertinente exponerla porque en un pequeño espacio Otero pudo captar el espíritu del libro. Luego con motivo de las conferencias sobre literatura y cine de viajes,
Ricardo Bedoya me hizo ver la relación que había entre el cine del maestro
Ingmar Bergman y la propuesta visual y narrativa de
El viaje. Hasta antes de las conferencias que se ofrecieron en el
Centro Cultural Peruano Británico, yo no había visto nada de Ingmar Bergman. Pero gracias a las referencias de Ricardo pude profundizar un poco más en mi propia ficción y se me fueron revelando vasos comunicantes que entablan un diálogo enriquecedor. Son dos los films de Bergman que se acercan a mi ficción:
El Silencio y Fresas salvajes. En ambas la opresión metafísica y el desgaste físico son piezas esenciales (creo que es esa misma opresión surrealista que tiene, por ejemplo,
Mulholland drive del genial
David Lynch). En una comunicación vía mail
Christian Zegarra, ganador del último
Copé de Poesía 2006, me comentaba su interés por
El viaje, pues se encontraba redactando su tesis doctoral en
Utah sobre cine y literatura. Me habló un poco sobre la relación con el cine en varios poemas y poemarios de autores peruanos, sin embargo el hallazgo más importante y esencial fue la existencia de otra
Novela-film, única en su momento y novedosa en su propuesta. Se trataba de
Cagliostro (novela-film) del poeta chileno
Vicente Huidobro. El día de la presentación hice algunas precisiones sobre esta impresionante novela-film, que en su estética también se vincula con
El viaje. Quien quiera darle una hojeada puede hacerlo en la
Biblioteca de la PUCP.
El Dominical (28/01/07)
El Viaje (Film de treinta minutos)
Franco Cavagnaro
Capibaras editores
100 pp.
A partir de fragmentos de un diario, de una narración aparentemente fría -cargada en realidad de una exasperante tensión en bajo continuo- que cuenta la historia de un hombre que viaja en bus a través de un paisaje desértico; a partir también de manuscritos de cartas, y de relatos de sueños cifrados, Franco Cavagnaro compone una novela breve y sugestiva como quien compone un collage de colores sutiles: agregando piezas, generando leves fricciones, dislocando el sentido. La historia del protagonista, que está plasmada a lo largo de las páginas como una pesadilla en cámara lenta -con digresiones, momentos de reflexión, escenas cargadas de simbolismo-, se centra en el deseo de llegar a la ciudad, en el deseo de dejar atrás todos los desiertos. Una historia dentro de otra historia, y el roce entre ambas va guiando la dirección del libro, mientras todo se proyecta en la página blanca como si fuera un ecran, como una película de carretera filmada por Sam Peckinpah.La referencia a
Sam Peckinpah en esta crítica de El Dominical fue lo más resaltante para mí, un maestro del western, del ocaso de este género, lo que algunos llamaron el western crepuscular. Su estilo de dirección estableció el uso de la cámara lenta en numerosas secuencias y una técnica de montaje bastante vanguardista. Además su tendencia era hacia la imagen o el concepto de la derrota causada por la negación del sueño americano (casi todas sus películas son ejemplo de esto). La crítica ha destacado el lirismo de su cine, así como la profundidad psicológica de la que dotó a sus personajes (Wikipedia, dixit).
Ahora si de columnistas se trata, me pregunto ¿qué clase de críticas se hacen en los diarios? Hoy de casualidad me encontré con un comentario sobre
El viaje aparecido la semana pasada en
La Primera, hecho por
Jack Martínez (http://www.palcoestrecho.blogspot.com/). Formulo una pregunta abierta, ¿la simple enumeración sin la más mínima interpretación es crítica? Resulta hasta ingenua esa enumeración y la conclusión a la que llega quien escribe. Ahora resulta que la historia de Hans Stern era sobre “su reinserción a la sociedad y todo lo que ello conlleva”. Una simplificación que espanta en alguien que edita una revista. Así como en su conclusión no solo no se explica de qué irregularidad se habla, sino que desconoce la coherencia, no de un tipo de novela breve, sino de “esta” novela breve, singular y distinta. Muy penoso observar esto en un estudiante de literatura.
Finalmente, hoy día también descubrí que en la web personal (http://www.zeinzorrilla.com/?page_id=193) del narrador
Zein Zorrilla colocaba la crítica que hice sobre su ensayo. A pesar de que no estoy de acuerdo con la propuesta del libro, Zein, supongo, debe apreciar una crítica hecha de buen talante y debidamente fundamentada. Al fin y al cabo el amor por la novela se comparte entre muchos.
Sobre los reseñadores, hoy en el blog de G.Faverón se ofrece un buen post al respecto en
http://puenteareo1.blogspot.com/2007/05/es-el-fin-de-los-reseadores.html#links