materiaverbalis
3 de mayo de 2007
 
Peces de fango: Rafo Ráez y José Watanabe




Estar solo es tener dentro de uno,
un animal muy animal y oscuro;
no se queden solos esta noche
Queridas y queridos mis fantoches...

(La Caza de la Mariposa – Pez de Fango)


Han pasado unos días de la muerte de José Watanabe, el poeta, y me parece pertinente recordar una entrevista que Franco Salcedo realizó hace varios meses (en el marco de una web que sacamos con otra gente más) a él y Rafo Raéz en ocasión de Pez de fango, disco realizado en mutua colaboración y que lamentablemente no fue una feliz producción en lo musical. Es probable que las estimulantes letras del perdido poeta pudieron tener, quizá, un mejor redondeo en otra voz. A favor de Ráez debo confesar que personalmente me gusta su disco Recuerdo, aunque su carátula sea realmente mala. Debo confesar además que Watanabe leyó a pedido mío una versión anterior de El viaje, mi novela, y guardo un buen recuerdo de sus palabras. En fin, que estas líneas sean un homenaje póstumo.

Sin más preámbulo los dejo con estos muchachones.

***

Martes por la noche. Después de un largo intercambio de mails y conversaciones por teléfono, por fin logramos converger horarios y reunirnos en la casa del escritor o, mejor dicho, en la cómoda terraza de su reducto en San Miguel, donde ha estado atendiendo a la prensa debido a la reciente aparición de La piedra alada, último poemario de Watanabe, que dicen ha tenido gran éxito de ventas en España.

Antes de empezar con las preguntas, Rafo nos dice si tenemos un cuestionario, preguntas preparadas, algo que él pueda llenar con prontitud. Lo miro con extrañeza, le digo que no, que ni siquiera tengo grabadora (Pienso: Rafo, en realidad, yo no vine a hablar contigo, ni siquiera me gusta tu música, ¿no quieres salir un rato a ver si está lloviendo? ¿A comprar cigarros en la tienda de la esquina?).

Entonces regresa Watanabe y los tres nos ponemos a conversar de esto y lo otro, de lo gorda que está la gente en Norteamérica (el escritor ha regresado no hace mucho de Miami, donde estuvo compartiendo con otros poetas latinoamericanos una gira promocional. La pasó bien y su esposa estuvo muy contenta yendo de compras con María Luisa, la editora de Babelia), de lo bellas que están las chicas en Kay Biscayne, de los tours en yate por la bahía en donde no es ilegal apostar; a todo esto Ráez, con su aspecto de calichín de barrio, futbolero, descontento, dice que su hermano el inteligente, ya ha escuchado el disco y le ha parecido ameno, que su hermano el biólogo le manda sus felicitaciones y entonces empezamos a hablar del disco, Pez de Fango:

MateriaV: ¿Cómo empezó este proyecto? ¿Desde cuándo pensaron en sacar el disco juntos?

Ráez: ¡Uf!, hace tiempo... ¡Serán como dos años!

Watanabe: No tanto... Más o menos año y medio, pero más que nada porque queríamos trabajar sin presiones, y los auspiciadores nos dieron toda la libertad para trabajar...

R: Sí, estamos muy agradecidos con ellos, con Claro, que antes era Tim y con el Centro Cultural de España.

W: Lo que pasa también es que de todo ese tiempo, el 90% lo pasamos conversando o divagando, algo necesario para poder encontrar el momento en que la energía creativa aflore, salga de ese estado latente y nos pongamos a trabajar...

R: Exacto, hay un trabajo medio subconsciente, una búsqueda de esa química, de esa reacción que sale sólo después del huevin necesario… y bueno, un día en una exposición estaba viendo unas pinturas de Tilsa y me quedó esto de la poética del silencio, que siento muy cercana a la de José, entonces me acerco a él y conversamos. Pensé que sería un huevón si no le proponía trabajar juntos, le di mi disco Camisa, y tiempo después decidimos que sí, que podíamos trabajar juntos...

W: Recuerdo haberle comentado a Rafo que no me había gustado una canción de ese disco, en la que musicaliza un poema de Vallejo... [Se refiere a Vallejo’s Blues, inspirado en el poema LXXIV de Trilce]

MV: ¿No te gustan los poemas musicalizados?

W: No. Básicamente porque me parece un aprovechamiento fácil, un recurso muy simple, en el que se acaramela el poema, mientras el autor del texto ha trabajado su propia musicalidad.

R: Quizás, pero a mí me gustó cómo quedó, sino no lo hubiera sacado, como los que ya había hecho antes con unos textos de Luis Hernández.

MV: Te parece una falta de respeto...

W: [se queda pensado]

R: Tal vez...

MV: ¿Y a veces no es necesario faltar un poco el respeto?

[Los dos asienten en silencio]




MV: En todo caso, José, ¿por qué adaptar Antígona, la versión unipersonal de Teresa Ralli, para el caso no era casi lo mismo?

W: Bueno, es diferente. Creo que después de casi dos mil quinientos años, todo pueblo tiene el derecho y la obligación de enterrar a sus muertos, es un texto que adapté más que nada por la coyuntura social que atravesaba el país... No creo que lo hubiera hecho ahora, o antes.

MV: A mí me gustó tu versión, aunque hubiera preferido que actúe Yuyachkani como grupo.

W: No se podía, casi todos los demás estaban ocupados en otros proyectos... en realidad, de ahí nace la opción de hacer el unipersonal.

MV: Tengo entendido que la están poniendo en Buenos Aires.

W: Sí, aunque no me mencionan en los créditos, pero al menos me pagan los derechos de autor –dice mirando a Rafo y sonriendo.

R: A propósito de eso, ahora que estamos adaptando la versión de Hedwig and the Angry Inch -el musical rock off Broadway, llevado también al cine por John Cameron Mitchell-, hemos pagando casi cinco mil dólares por derechos, pero lo bueno es que es la primera traducción de las letras al castellano, y esperamos que eso a la larga nos beneficie.

MV: Volviendo a Pez de fango, y aunque a veces es difícil explicar el proceso creativo, ¿se animan a contarnos como sucedió? Es decir, se hace la música primero, se escribe la letra...

R: Es un ida y vuelta. A mí personalmente me encanta trabajar en grupo, pero para eso se tiene que ser muy receptivo, y sobre todo hacer a un lado los egos. Partiendo de ahí, lo demás es como un juego de cartas. Cada uno tiene un joker, una carta que puede ‘imponer’ en una mano si es que tiene fe en que eso va a funcionar... Como un comodín, y por supuesto la otra persona también tiene su joker, pero a parte de eso, las cartas se reparten y si no nos toca una buena mano, se vuelve a repartir…

(De pronto siento ganas de fumar, pero aquí nadie fuma, incluso si me hubieran ofrecido algo de tomar hubiera dicho que yo me encargaba de preparar unos piscos sours. A ver Rafo sirve para algo, cómprame unos cigarrillos en la esquina, o prepara tú los tragos, ya pues Rafo, creo que al fondo debe haber un juego de cartas... ¿Por qué no te quedas ahí jugando solitario?)

R: ...entonces se van creando como capas que se superponen unas tras de otras, se cubren con algo nuevo hasta sentir que tiene vida.

MV: ¿Y cuándo sintieron que el disco estaba cuajando? ¿Por intuición? ¿Algo en particular...?

W: Creo que fue cuando hicimos la tercera canción. Sí, me parece que es la que sale como tercera en el disco, entonces sentimos que íbamos a sacar algo bueno.

[Watanabe se levanta y se dirige hacia el equipo].

Qué tal si vamos escuchándolo mientras conversamos -dice.

(En verdad, el disco arranca bien. Contra todo lo esperado, la guitarra de Rafo suena bien, se lo decimos y él lo agradece. Pero el pez se va muriendo en su propio lodazal. A medida que transcurren las canciones, las letras de Watanabe pierden fuerza en la voz de Ráez, acompañan apenas y se disuelven en melodías cansinas, sin personalidad, excepto alguna en la que lo lúdico le da frescura a la tonada, los estribillos terminan cansándonos muy rápido).

MV: ¿Te gusta el rock José?

(…oye mi canción ahora y guárdala en tu bolso viejo/ como un animaliiito herido/ herido por las palabras/ que escribí para ti... mírame hoy/ cantándolas aquí... el mundo tiene mil veredas, en cualquiera de ellas/ oye mi canción mientras esperas/ que tu ángel tu demonio baje de las estrellas... La voz se mezcla con el ‘xilófono’ desde el equipo con nuestra conversación.)

W: Sí. Siempre me gustaron los Beatles... Y en el rock hay también ese cuestionamiento de las cosas, de la realidad, sólo que en la poesía es más sutil. Aunque tengo la impresión de que este disco lo van a disfrutar más los jóvenes...

R: En todo caso los que se sienten viejos no van a disfrutar del disco.

Nos quedamos todavía un rato más, luego nos despedimos y mientras Watanabe nos acompaña a la puerta, nos dice que lo van a acusar de figureti, que acaba de sacar un poemario y ya se viene esto del disco; pensamos que la sobre exposición a los medios ayuda a vender, pero intuimos que lo que le atrajo de hacer Pez de Fango fue el reto, cambiar de registro, nos dice que sí, que es cierto, que regresemos cualquier día para hablar de un poco de poesía. Nos alejamos por las calles de San Miguel con el casete en el bolsillo, en busca de una tienda, en busca de un cigarro.
 
Comentarios:
estan locos? es una obra maestra d pies a cabeza!!!respeto mucho sus opiniones pero sinceramente:es q estan sordos o què?
 
El arte también se trata de gustos, en lo personal a mí el disco no me gustó por la voz de raéz, que desentonaba de manera increíble y no iba con la música, es una percepción. A otros amigos tampoco les gustó y ni qué decir de quien hizo la entrevista. En fin... Saludos
 
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Nombre: Franco
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas. CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.

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