MORRISSEY AND I
Y ya que hablamos de música, cómo dejar pasar otro disco maravilloso:
Vauxhall and I (1994), para mí la propuesta musical más grande de Stephen Patrick Morrissey o simplemente el Moz, héroe musical de la vieja Inglaterra, provocador, amanerado, poeta, performance, vegetariano y, hoy por hoy, hombre entrado en años. Quizá en lo que a continuación vaya a asegurar sea polémico, pero en lo personal
Vauxhall and I me parece el mejor disco si se le compara con cualquiera de los anteriores de Morrissey o Smiths (insuperable). El
Vauxhall and I está preñado de significados y me acompañó en el momento más jodido de mi vida, por eso, no es exagerado afirmarlo, amo con toda mi alma este disco. “El momento más jodido de mi vida”, qué morrisseyano sonó eso, pero decirlo así es verdadero, tangible, honesto hasta los huesos. No confiaré por qué, no pretendo hacer strip tease frente a mi auditorio. Para eso existe la literatura, para eso están mis dos próximas novelas.
Vauxhall and I es un disco melancólico, lleno de nostalgia en cada uno de sus temas. Entre todos los discos de Morrissey, incluido el
Ringleader Of The Tormentors (2006), éste es también el más personal de todos. Su propio título lo dice. Bajo ese razonamiento podríamos hacer eco: San Miguel y yo; Lima y yo; el Perú y yo; etc. A ese nivel de intimidad. Como de hecho Vauxhall es una ciudad, una calle, un lugar personal. Como Zela, San Miguel, Lima, el Perú, son lugares y a la vez tienen un significado que subyace a los aparatos artísticos, a las ideologías, a las teorías que tratan de explicarlas. En mí guardo mi propia versión de esos lugares. Esa parece ser la conclusión a la que llega Morrissey si uno se fija bien en los ojos azules de la portada.
Imagino que las evaluaciones sobre la vida pasada se hacen alcanzado un determinado nivel de madurez. En la música como en cualquier otro aspecto, los años son importantes. ¿Por qué los 27 años son una edad Triángulo de las Bermudas en tres clásicos del rock n’ roll:
Janis Joplin,
Jimmy Hendrix y el gran
Jim Morrison (a los cuales se les uniría
Kurt Cobain)? Para hacer esa evaluación, Morrissey en poco más de la treintena de su vida produce el
Vauxhall, para encajar en este objeto musical esas preguntas. Entre lo propio y lo ajeno, Morrissey alcanza la madurez. El Moz deja de ser el chico malcriado para convertirse en un hombre en este disco (aunque suene algo irónico decirlo tratándose de él). Quizá esa evaluación del pasado que yo mismo realizo cuando escucho este disco, sea el germen de su sentido. En la portada misma, Morrissey destila madurez. Como encarando a la gente fuera de esa provocación de la portada del
Bona Drag (miradita canchera, camisita roja) o la todavía más incendiara del
Your Arsenal con la lenguita afuera y el micrófono fálico hacia el público. En
Vauxhall Morrissey está en una pose natural, neutra, que reza: mira, éste soy yo y acéptame así, sin poses. El rey de la pose y la provocación haciéndose el
I am simple man, con la camisa mal planchada y la casaca de todos los días, el jean usado de interdías y la mirada azul de quien comienza algo nuevo, tábula rasa.
De esa misma manera en que este disco está ligado a la madurez, del mismo modo está encadenado a la literatura: el
Brighton Rock de
Graham Greene y sus pequeños héroes adolescentes (
Dallow, Spicer, Pinkie, Cubitt / Rush to danger / Wind up nowhere / Patric Doonan) desfilan en
Now my heart is full, en la remembranza de la casa paterna, del chongo después de la cena, de las correrías y las bromas despreocupadas. En ese recuerdo pleno uno puede insuflarse de esos saltos para atrás y decir con Morrissey:
¡Ahora, mi corazón está pleno! Billy Budd es un personaje literario de la novela homónima de Melville:
Billy Budd, el marinero. Así como literaria es la forma en que el ex Smiths reclama:
I said, Billy Budd / I would happily lose / Both of my legs / I would lose both of my legs / Oh, if it meant you could be free / Oh, if it meant you could be free. Esa aspiración de la libertad que en la adolescencia es una paloma con gigantescas alas y que en la madurez es una cruz cruel. Creo que puedo ver al triste Melville escribiendo sus novelas en su oficina de aduana, lanudo y sucio como un portuario, asomándose de vez en cuando a la baranda del puerto para soñar ese mar infinito de Nantucket. El gran sueño de la libertad. La gran frustración de la dependencia. Esa oscura sensación que intuyo tiene el disco al cierre, con frases muy duras a los aspectos más ásperos de la socialización.
Speedway se abre con una cierra eléctrica que irrumpe después de la lenta
The Lazy Sunbather y concluye:
I never said / I never said / I could have mentioned your name / I could have dragged you in / Guilt by implication / By association / I've always been true to you / In my own strange way / I've always been true to you / In my own sick way / I'll always stay true to you. Entre ese inicio auspicioso en el que Morrissey emocionado se encandila anunciando que su corazón está a full hasta esta desgarradora revelación, algo ha sucedido ¿no? Como que los recuerdos también se pueden convertir en instrumentos de tortura. Los inocentes recuerdos de
I hated for loving tampoco son suficientes para una evaluación positiva: las llamadas anónimas, los lapiceros envenenados:
Anonymous call, a poison pen / A brick in the ... ah ... / A brick in the small of the back again / I still don't belong / To anyone / I am mine. El disco tiene un hit (
The More You Ignore Me, The Closer I Get) que le permitió a Morrissey alcanzar algo que nunca había conseguido antes: colocarse entre los 10 mejores singles en los EEUU y conquistar de paso un público al cual nunca pudo cautivar del todo.
The more you ignore me… suena a Morrissey de una manera tan diáfana y
popera que es absolutamente reconocible como un destello en el fondo de una cueva. Es alegre y provocativa fuera de la atmósfera de todo el disco.
Why Don't You Find Out For Yourself es una gran canción acústica, no se puede dejar de admirar esa voz y esa atmósfera que Morrissey siempre consigue con su peculiar timbre de voz. Algunos dicen que esta canción tiene un receptor específico e incluso por ahí encontré que este disco (en general) es considerado abiertamente gay. En verdad eso no importa, las grandes obras siempre se interpretan de muchas maneras. En
Why Don't You Find Out For Yourself Morrissey dice muchas cosas:
The sanest days are mad / Why don't you find out for yourself ? / Then you'll see the price / Very closely… Don't rake up my mistakes / I know exactly what they are / And ... what do YOU do ? / Well ... you just SIT THERE / I've been stabbed in the back / So many many times / I don't have any skin / But that's just the way it goes. Y cuando le dice a esa otra persona:
Y sé lo que tú haces, con esa tremenda carga emotiva, de acusación y dolor me recuerda tanto las actuaciones de
James Dean, esos reclamos frente al padre, esas torsiones y lloriqueos en
Al este del Edén, la gran película de
Elia Kazan.
La carga emotiva es esencial en cualquier búsqueda artística, algunos tienen poca, otros muy poca, otros escriben con las tetillas. Morrissey siempre canta y compone con el corazón en la mano. Por ejemplo,
Hold on your friends tiene ese comienzo tan triste que dan ganas de meterte de noche en una disco, desbrocharte la corbata un poco y quedarte sentado en un rincón, sorbiendo un vermouth bien cargado con una luz potente sobre la frente.
Hold on your friends es el reclamo desesperado de Morrissey hacia los amigos, al sostén en los momentos jodidos sin los cuales esos momentos serían definitivos, fatales.
Pero qué es
Vauxhall fuera de mi marco personal. Según una página argentina
Vauxhall es un céntrico barrio del sur londinense, sobre el Támesis, que es popular en el mundo gay por la gran cantidad de bares y discos. Pero también es una marca de autos. ¿Cuál de las dos es la versión de Morrissey? ¿Importa realmente eso? ¿Qué parte de mí despierta la melodía de este disco alucinante? ¿Cuántas porciones de terreno sentimental alumbra con sus tonadas y sus giros de voz el
Vauxhall? ¿Cuántas de las ficciones que he escrito y efectivamente escribí tienen ese germen en el
Vauxhall, en ese esfuerzo por emocionar, por ese maravilloso acto de hacer sentir a ese lejano receptor, al escucha, al anónimo cómplice? Esa pica y admiración, ese escozor en la piel por igualar una marca artística como una cuña. Pues
Vauxhall es para mí la prueba de la existencia tangible de la madurez, la contención, y
Vauxhall es también la búsqueda, el intento, el simulacro de la belleza y la perfección.