Pet Sounds: Tienda de sonidos mentales
La música es memoria. La música es subjetiva. La música es nemotécnica y enjuague del alma. La música es látigo y es instrumento de tortura. Vicio y golosina. Para las diferentes actividades de mi vida la música es esencial y en caso no hacerlas bajo su mandato, perderían todo sentido. La música es Eros y Tanathos. Me podría considerar casi un coleccionista, pero a nadie voy a engañar: no colecciono discos originales. Colecciono discos bajados del Limewire para MAC. Detesto los mp3 individuales, reunidos al azar. Me encantan los discos ordenados. Debidamente pirateados por mí mismo y no comprados en el mercado de la esquina. Con portada a colores. Portada y contraportada, y en casos extremos cuando la búsqueda en Google es infrucuosa sólo la portada. Cuido mis cds tanto como mis libros y estoy absolutamente seguro de que sin Internet habría sido casi imposible encontrar tantos buenos discos. Uno de ellos es el
Pet Sound (1966) de los Beach Boys. Según la revista
Rolling Stones ocupa el segundo lugar después del
Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles en una larga lista de los 500 mejores discos de la historia del rock n’ roll.
En verdad la historia de este genial disco (para mí y para otros locos, incluso superior en varios aspectos al
Sargent) se encuentra precisamente enclavada en una dura lucha Inglaterra vs EEUU, Beatles vs Beach Boys, la banda por antonomasia en los EEUU. Unos años antes, los de Liverpool habían sacado el
Rubber Soul y el líder de los Beach Boys, Brian Wilson, el más creativo y arriesgado de ellos, decidió editar un disco que iguale e incluso supere esa joya musical. Se metió al estudio y consiguió esta preciosura musical, algunos dicen que lo hizo porque no quería irse de gira con sus primos, otros porque le tenía miedo a los aviones, algunos más porque tenía miedo escénico. Eso no importa al fin y al cabo, el buen Brian nos regaló su genialidad en este disco lleno de coros, de orquesta, de bocinas de triciclos, de juguetes, de ladridos de perros. Primera idea: todo lo que toca el arte lo convierte en oro. Segunda:
Pet Sound erigirá un paradigma importante que tendrá una consecuencia decisiva: el disco conceptual, el disco mundo cerrado, el disco significado por sí mismo. Y se convertirá a partir de allí en la primera influencia del disco insignia de The Beatles: el
Sargent, según propias palabras de Paul Mc Cartney.
Para Brian Wilson fueron dos meses de trabajos en el estudio con el objetivo de darle forma al disco junto a su colaborador Tony Asher. Ambos hicieron casi todo. Esperaron el regreso de los demás miembros del grupo de una larga gira y grabaron el disco. O sea solo pusieron sus vocecitas. Por ello hubo zapateo y chilla de parte de los otros Beach. Incluso hubo la posibilidad de sacarlo como solista. No ocurrió así.
Pet Sounds tuvo una serie de complicaciones para ver la luz y en ventas no le fue nada bien. Quizá los escuchas esperaban algo
surf. Hasta aquí la historia.
La música es significante, la música es contenedor, continente, envoltorio, bolsa de plástico, bolsa de papel, guante de béisbol, zepellin, globo aerostático, canasta de mercado, corazón bombeante. Más importante que esos datos referenciales, más importante que las anécdotas, es todo lo que despierta el disco, cada canción. En
You still believe me todo es tan de puta madre, tan hermoso. La canción suena como toribianitos jajaja (el aspecto coral del disco es central y es un acierto espectacular, recordemos que estamos hablando de los Beach Boys, amos y maestros de los coros), unos toribianitos celestiales, chicos con barba cantando villancicos a la par de un piano, órgano, clavicordio, mandolina, flauta, oboe, violines, saxos, vibrófonos, corno francés, etc. Con
You still believe me parece que hubieras accedido al cielo finalmente o que mi abuelo estuviera vivo y me llevara por la ciudad y todos lo saludaran a él y a mí con una sonrisa. Que un día domingo toda mi familia estuviera unida alrededor de la mesa, una película de domingo, y algodoncitos flotaran por ahí. Que yo fuera niño otra vez y manejara mi vieja bicicleta con llantas amarillas y tocara la bocina de mi cleta (como realmente ocurre al final de la canción) y justo ahí cayera una nieve navideña y yo fuera feliz, y como dice la canción
I wanna cry. ¡Qué paja carajo! Una canción muy norteamericana pero entrañablemente universal.
That’s no me es la pubertad, la de los enamoraditos frente al mar, la pubertad de una vecinita, Carolina, la orejoncita de las caricias cuando manejábamos por la Costanera en verano y el mar era maravilloso en su limpieza, tan diferente al mar infernal del invierno y Carolina jugaba fútbol conmigo, un jueguito que se llamaba Perú Fútbol con su vestidito nuevo y mi papá y mi abuelo me hacían señas desde la ventana del segundo piso. Pero la letra de la canción es alucinante, Brian dice algo así:
I once had a dream / So I packed up and split for the city / I soon found out that my lonely life wasn't so pretty / I'm glad I went now I'm that much more sure that we're ready. Don’t Talk es una típica canción de los Beach Boys suena y sabe a California dream, pero la limpieza de las voces es espectacular:
Come close, close your eyes and be still / Don't talk, take my hand and let me hear your heart beat / Listen, listen, listen. Lo mismo ocurre con el sabor marino de
Sloop John B, una excelente canción con remembranzas del hogar.
I know’s the answer en la edición que yo tengo aparece en dos versiones, con letras diferentes pero la misma música. Junto a
Here Today me parecen las mejores musicalmente hablando, aquí se entremezclan diferentes órganos y las canciones tienen varios cortes, los instrumentos de vientos ejercen una clara supremacía, incluso por ratos parecen competir con las voces graves y agudas de los Beach. Algo que probablemente sea el oboe o el corno francés traspasa la canción con su gravedad y pone el tono pertinente para decir eso que ya Brian a los 24 años podía definir:
I know there's an answer / I know now but I have to find it by myself. Lo mismo ocurre con
Here Today, otra canción de amor y reflexión, de corazones rotos, pero con el acápite de que musicalmente me parece perfecta y con más instrumentos fuera de los vientos que pasan a un segundo plano para dar paso al bajo, al órgano o clavicordio, a la pandereta y hacer un quiebre impresionante al modo de una tonada circense para volver al coro y decir:
She made me feel so bad / She made my heart feel sad / She made my days go wrong / And made my nights so long.
I Just Wasn't Made For These Times tiene un coro precioso y en esa melodía pegajosa se suponen esos síntomas de descomposición psíquica que ya se adivinaban en el genial Brian Wilson. Algunos de esos síntomas se tomaron como pretexto para ir dilatando cada vez más el lanzamiento de
Pet Sounds, cosa que al final ocurrió. Ojo que cuando en el coro se dice:
Sometimes I feel very sad / Sometimes I feel very sad / (Can't find nothin' I can put my heart and soul into) / Sometimes I feel very sad. Yo siempre entendía:
Sometimes I feel very SICK y eso es algo que siempre me ocurre con las canciones en inglés o en castellano, tiendo a cambiarles las letras, a volverlas más preciosas, a intercambiar las frases, a jugar con lo envuelto, con el regalo dentro de la caja de juguetes, con la carnosidad dentro del molusco. ¡Ah!, casi lo olvido, creo que el single más conocido de este disco,
Wouldn't it be nice, también es bueno, pero cada vez que lo escucho me recuerda alguna comedia tipo
Mi pobre angelito 3 en alguna escena de amor filial y al estar trabada de esa forma me impide crearle leyenda o mito. Lo mismo ocurre con el otro exitazo
Caroline no que si se le busca en Youtube.com se encontrará un video libre en el que una cámara caprichosa se afana por adentrarse en jardines tropicales.
La música de
Pet Sounds para mí esta llena de regalos y es una clara muestra de que no solo los discos melancólicos, melódicos, pesimistas o hits en discos pueden ser geniales. De hecho esta obra de arte tiene un espacio importante en mi mundo interior y, como alguna vez reconoció Mc Cartney, yo también he llorado escuchando alguna que otra canción de este hermoso disco. Gracias Brian, te la debo.