materiaverbalis
29 de agosto de 2006
 


Visita médica a Daniel F

Cuando uno piensa en Leuzemia, piensa en muchas cosas. Varias ideas saltan a la cabeza. Han pasado más de veinte años desde su aparición y su líder sigue teniendo el mismo arrastre en varias generaciones. Convertido en un referente de la escena rockera nacional, Daniel F nos recibe para una entrevista en la que los temas no se restrigen a lo musical, sino que abordan la política y la creación. Daniel es la misma figura flaca y de rasgos afilados de los afiches cerca de las esquinas y los paraderos, que parece asegurarnos con sus respuestas, como dice una de las canciones de Al final de la calle, que: ¡No necesito la ciudad!


¿Cuál es el cambio que percibes entre el Leuzemia de los ochentas y el de este último trabajo llamado “Hospicios”?
Es el mismo que puede pasar por cualquiera a través de 20 años. En 20 años tiene que haber por ahí un giro o algo.
¿Y cómo describirías aquel giro musical?
Yo he tenido una especie, no sé, de involución o retrotracción. Más o menos a finales de los noventas retomo contacto con la música progresiva.
Yo escuchaba música progresiva cuando era chiquito, yo era fanático, bien fanático, de la música progre cuando tenía 10 años, 11 años. Era de esos que recortaba fotitos, coleccionaba discos y todas esas cosas. Y, de pronto, se me pasó un poco todo eso porque los grupos progresivos comenzaron a hacer música bastante mala, música comercial, justo por ahí aparece el punk y comienzo a descubrir una nueva veta de música; pero, como dije antes, a finales de los noventa retomo todo eso de lo progre. Siempre quise hacer ese tipo de discos con canciones muy largas y estructuras más conceptuales, que tengan un inicio, un desarrollo y un final.
¿Crees que hubo cierta reticencia del público a aceptar ese cambio? Por ejemplo en los conciertos, de repente solo querían escuchar las canciones emblemáticas y no lo nuevo.
Primero, que eso es una cosa que nunca me ha importado y lo otro es el reto a hacer lo que a uno le gusta y no lo que la gente te esté pidiendo. En el 98 sacamos un disco que se llamó “Moxón”, un disco doble, un disco bastante difícil con pasajes instrumentales extensos, ya eso era un riesgo, sacar un tipo de material que sabes que a la gente no le va a gustar mucho.
¿Ves aquel disco como el punto de transición hacia otro tipo de música, a diferencia de un disco anterior como “A la mierda lo demás”?
Bueno, es la transición hacia el actual Leuzemia en todo caso. Poder desarrollar las canciones ya como música y no sólo como cancioncitas. Poder trabajar la música con toda la concha del mundo, si la canción duraba 15 o 17 minutos por qué tenemos que cortarla, las letras, todo comenzó a trabajarse de otro manera.
Hace un momento hablaste de la influencia del rock progresivo, también en otras entrevistas te has referido como influencia al sonido de Liverpool de los sesentas, el Mersey Sound, el blues de los cincuentas. ¿Cómo es que Leuzemia a pesar de tener todas estas raíces musicales tan heterogéneas es encasillada dentro del punk?, imagen que hasta ahora subsiste.
Ahora ya menos, pero hasta los noventas sí persistió esa etiqueta, esa cosa que tenía que ser un grupo de punk. La apertura que dimos a la prensa ayudó, porque en esos años no dábamos muchas entrevistas, pues antes trabajábamos en función a una movida, que era el rock subterráneo.
Cuando venía algún medio a pedir alguna entrevista les decía: mejor habla con Pedro Cornejo, habla con Óscar Malca que son los que sí saben, conmigo no. Entonces todos conversaban con ellos, que eran los intelectuales, los filósofos. Recién la apertura ya se da en los noventas a un nivel más amplio y ahí es donde comienzan a entender qué cosa somos, qué queremos, se comenzaron a sorprender de que yo fuese fanático de Rod Stewart, Bruce Springsteen o de Salvatore Adamo, o que me guste Joan Manuel Serrat o Fernando Ubiergo, cosas que son bastante alejadas del radical punk.

¿Por qué crees que se da esa apertura a la prensa y también, de pronto, el no querer editar materiales y ahora hacerlos de una manera más elaborada?¿Por qué ese cambio?
Yo creo que simplemente se ha dado la amplitud que se tenía que dar. Si yo escucho tanta música, si los miembros del grupo escuchan tanta música —que no son tipos cerrados, tampoco—, entonces este resultado va a ser una cosa bastante amplia. En nuestros discos se encuentran pues cosas acústicas, cosas que parecen boleros, cosas medio progresivas, rock n’roll, ¿por qué?... porque son el tipo de cosas que nos gustan y con las que nos sentimos bien.
Siguiendo con el tema de la apertura hacia los medios. ¿Ha habido también una mayor acogida del rock nacional en éstos o piensas que sigue siendo igual de difícil el camino para las bandas?
No, es difícil, siempre va a ser difícil. Lo del rock local es una cosa bastante negada por la industria, por los medios. Lo que prima es la imagen, si uno va a un auspiciador: la Backus o cualquier auspiciador grande, y le preguntas a quién quieres auspiciar: ¿a Zen o a Leuzemia, a Zen que lleva 50 personas al bar La Noche o a Leuzemia que te llena el parque con unas 5,000 personas, a Zen que te vende 100 discos o a Leuzemia que te vende 5000, a quién quieres auspiciar?... A Zen, de frente van a decir. ¿Por qué? Porque Zen tiene la imagen, lo que los medios quieren es imagen, entonces, qué imagen les pueden dar unos pastrulos que están en escándalos, drogadictos, homosexuales, puta cualquier cosa. Esos tipos pues no van a estar con el producto, tienen que ser los otros patas, los que le van a dar la imagen.
En Internet hay una carta abierta, firmada por la poeta Rocío Silva Santiesteban, sobre ti, en la que se refiere a que dentro de todos las discusiones que surgieron entre diversos poetas, Daniel F. salía a avasallar con su música y letras dentro de aquel panorama. ¿Hasta que punto tú estás consciente de la estética de tus letras y la influencia que podrías tener en ciertos círculos?
En pocas palabras, yo no me la creo hasta ahora. Soy consciente de que hay un arraigo en cierto sector de la juventud o de la gente que escucha música o que lee poesía, pero no me la creo. Cuando me invitan a reuniones de poetas, puta yo no sé por qué me invitan, yo no soy poeta, yo hago canciones nomás, pero esa es la percepción que tienen ellos, sí es así puta qué bacán y si es verdad ¡qué paja pues conchesumadre!, porque yo realmente no soy muy consciente sobre la estética de las letras, trato de hacer lo mejor posible, trato de hacerlo como me suena bien, pero no soy intelectual, no he leído poetas, no soy lector tampoco, escribo más intuitivamente que estéticamente.
Dentro de esa figura que se ha formado de Daniel F como ícono del rock subterráneo o ahora ya del rock nacional, ¿cómo manejas el ámbito de lo privado?¿A veces te molesta ser una figura pública?
A veces es jodido, pero como yo para metido acá nomás (dice señalando su departamento), cuando vivía en la Unidad paraba metido en la casa, de ahí cuando me fui a vivir a Lince estuve dos años metido, en ese tiempo hice “Hospicios”, nada más paraba metido ahí haciendo el disco... ¡Pucha qué tan malo seré componiendo, que me demoré dos años en hacerlo!, todos los días chambeando las letras, la música. Y ahora paro acá e, igual, paro encerrado nomás viendo televisión, chambeando en la computadora o haciendo música.
Sin embargo, cuando estás en el escenario se da una transformación. En los conciertos dejas atrás esa figura tranquila del hogar y se da un diálogo con el público.
Esa es la licencia que me da la gente. Cuando entro y me reciben con aplausos y todo... Bacán, ya me siento mejor. Antes de los conciertos, minutos antes, me pongo muy nervioso y con el tiempo esos nervios en vez de aplacarse han crecido, cada vez me pongo más nervioso antes de cualquier presentación, ya sea en la sala de una universidad o un teatro grande.
¿Crees que es porque la gente ahora espera más cuando va a ver a Leuzemia?
Claro es eso, hay una presión, un compromiso. Por ejemplo, en el sinfónico que hicimos el 19 de febrero en el Parque de la Exposición, hasta el día del concierto estaba tranquilo, el ensayo con la sinfónica bacán, pero no sé por qué estaba extrañamente tranquilo. De pronto, ya estábamos ahí y dijeron: “En cinco minutos suben”, y ahí qué bestia, ahí sí me dio un ataque como nunca, uno de esos que te ahogas, que te quieres desmayar, que te agarras de la pared para no caerte, porque se me vino algo bien opresivo, todos subieron y yo me quedé atrás, hasta que ya tenía que subir nomás, subí temblando, la gente me recibió con aplausos y ya pues, más o menos, pero igual fue bien jodido.
Es bien jodido lo del escenario. Para mí el mejor momento de un concierto es cuando se termina, es el final. Se terminó ya, entonces me regreso a mi casa.
Cambiando un poco de tema. Sobre el cantautor chileno Fernando Ubiergo, ¿cuál es la relación con esa figura?¿Cómo así es tan fuerte su influencia?
Sí es bien fuerte. Él es un héroe local, que es solamente héroe en Chile, así como Spinetta es solamente héroe en Argentina, no como Charly García que es una figura latinoamericana.
En los ochentas salió un disco de él en Lima, que se llamó “Canto por ti” y un pata se lo compró, un vecino que me dijo: “Oe este cantante es bacán, escúchalo que es bacán”. La primera canción del disco era: “Yo pienso en ti” y ¡conchesumadre, qué bacán!, la siguiente era “Canto por ti”, ¡pucha! todas las canciones eran de puta madre: la manera de entonarlas, la melodías, las letras, tan sencillas, pero tan terrenales y fuertes. Me pareció bacanazo, yo ya había escuchado a Serrat, Silvio Rodríguez, a otros cantautores, pero ya cuando escuché a Ubiergo... ¡Ah!, de este pata me tengo que prender y me agarré con uñas. Siempre he tratado de imitar su manera de cantar, el gorgojeo que hace con la garganta... No me sale, pero bueno he tratado, eso es lo que ha fomentado mi estilo, si es que tengo uno.
Ahora que hablas de Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, para ellos la música tal vez va más allá del arte y es más un compromiso social. ¿Tú crees que la música debe tener ese tipo de compromisos o ésta debe ser sólo estética?
No sé si la música, pero sí creo que cualquier persona debe tener un compromiso con esto que llamamos el planeta, la vida y si en tu música se refleja eso, mejor. Yo tengo la mala suerte de no poder hacer música que esté comprometida temáticamente con la realidad de acá, no me sale, tendría que ser un poeta de verdad como Víctor Jara o Atahualpa Yupanqui que pueda hacer ese tipo de poesía testimonial tan bacán que ahí sí te daría gusto cantar porque es muy fácil decir: “Dictador, dictador conche tu madre”, pero no me gustaría cantar una cosa así. Si fuera a cantar algo con bastante compromiso político, si es posible, tendría que ser algo poético.
Sin embargo hay canciones que uno podría vincular con ese tipo de compromisos como: “El asesino de la ilusión” u “Oirán Tu Voz, Oirán Nuestra Voz”.
He hecho pocas canciones políticas. Tengo más temas con un tufo social que es el del rock n’ roll. La diferencia entre éste y el hardcore o el punk, es que el rock n´roll es más social, se enfrenta a las cuestiones familiares, a lo que es el colegio, la iglesia, la vida cotidiana; el hardcore y el punk son más políticos, contra los poderes del Estado. La temática que manejo, es más en tono social y en tono romántico, romántico como un compromiso con la vida.
¿Quién es el asesino de la ilusión?
Yo la escribí cuando Fujimori dio el autogolpe, todavía había mucha gente que confiaba en el chinito, entonces como que mató la última ilusión que había. Ahora la cantamos más pensando en este nuevo presidente. Él sí ha matado la ilusión de muchísima gente... ¡conchesumadre!, todos los que marchamos por las calles intentando tumbar la dictadura y que seguramente hemos votado por este tipo, puta que nos cagó, nos recontra cagó.



(Entrevista: Franco Cavagnaro / Yurek Aguirre: realizada para el primer número de Materiaverbalis en el 2006)
 
Comentarios:
Franco de los matorrales se está posponiendo el tour... propongo una schelas le jueves próximo y después fijar las nueva agenda chupística.
 
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas. CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.

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