materiaverbalis
16 de agosto de 2006
 


Faulkner ama New Orleáns

Siempre que se habla de los papás del Boom Latinoamericano, uno de los infaltables es el norteamericano William Faulkner, miembro de la llamada Generación Perdida. Quizá el más mencionado, pero también poco conocido. Recuerdo alguna vez haber hojeado algo que como ocurre con las anécdotas y los dichos de gente famosa, nunca sabré si fue cierto o falso: en un cocktail de intelectuales y gentes del espectáculo, Faulkner aburrido hasta el hartazgo de las conversaciones hueras, pidió permiso y entró a una de las habitaciones de la casa. Trepó a una de las ventanas y muy cómodamente se retiró a su casa. No soportaba las aglomeraciones y la futilidad de las fiestas.

Cierto o no, nadie puede negar que este ganador del Premio Nobel y guionista de Hollywood, es uno de los pesos pesados de la literatura universal. Para muestra un botón. Allí están El sonido y la furia, novela que tiene a un niño con retardo mental, Benji, como el narrador de la infausta tragedia de su familia. O en lo personal: Luz de agosto (1932), su mejor novela, una verdadera joya.

Luz de agosto gira en torno a Christmas, reconstruye su conflicto esencial: su origen y su raza. Recrea la gran pregunta que se hacen los verdaderos hombres en momentos extremos: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿adónde voy? Alguien podría decir pensando en este libro que muy bien se pudo haber escrito en el Perú, pues la piedra angular de esta novela tiene que ver con una palabra y un proceso que es la esencia de nuestra historia, pero que para nuestros vecinos del norte es (¿o fue?) un trauma: el mestizaje. Los conflictos raciales que allí se manifiestan son comparables a los de nuestra realidad. Además de mostrarnos un odio moral, ideológico y racial no solamente contra el negro sino también contra el mestizo y contra todo aquel que defendiese los derechos de esta larga franja excluida en el sur, nos presenta la palpable escisión en el nacimiento de los EEUU, resultado de la temprana Guerra Civil. Los principales personajes de Luz de agosto son todos erráticos vagabundos, desplazados, atormentados por el pasado y signados por la derrota. El principal conflicto, el racial, está expuesto en un solo individuo: Christmas.

La trama: el enigmático Christmas, contrabandista de whisky y a pesar de su piel blanca, un negro, según todos los que lo ven, es el principal sospechoso de haber cometido un horrible crimen. La víctima es una hija de yanquis, Miss Burden, asentada su marginada casona fuera de la ciudad. Una solterona que ayudaba a los negros y a quien casi le han cercenado la cabeza. A partir de este hecho, Luz de agosto centrará su trama en la vida de Christmas. Vemos su aparición en el orfanato, donde es presa del encono racial de una de las auxiliares y el hombre de la limpieza, la burla de los niños que en su inocencia han descubierto que el niño a quien le dicen Christmas es negro. Su adopción por un fanático presbiteriano y su lenta condena y endurecimiento de carácter por la violencia religiosa que ejerce sobre él su padre adoptivo. Lo único que éste le demuestra es su bajeza y entonces Christmas, hecho ya un joven, se escapa de casa luego de moler a golpes a su padre y fugarse con una prostituta. Y en esa fuga de años de endurecimiento progresivo, lleno de rencor y odio a sí mismo y a esos negros que comparten parte de su sangre, llega finalmente al pueblo donde conocerá a Miss Burden, la anti esclavista que le da de comer mudamente y a la cual se entrega de una manera salvaje, sin amor y con violencia. Finalmente ocurre el crimen. La única pista la da su compañero, otro vagabundo bravucón y contrabandista: Brown, quien lo veía entrar en su casa y sospechaba que era amante de la antiesclavista yanqui.

En el fondo todo escritor no hace sino hablar de sí mismo, de aquello que ha vivido, de aquellos caracteres con los cuales convive para su pesar o su placer. Faulkner saca personajes de carne y hueso de su cabeza, memorables en su singularidad, como el prestidigitador saca conejos de su chistera. El buen William era un escritor que sabía explotar muy bien su entorno. Todo el sur norteamericano se encuentra registrado en sus novelas. El imaginario colectivo que el resto de los EEUU. y el mundo tiene de esa zona procede de sus extraordinarias novelas. Películas gringas de terror siempre nos refrescan esa imagen de decadencia moral y material sureña que embarga a los personajes y sus ciudades en sus ficciones. Algo de fijación sexual con lo sórdido es otro de los grandes elementos de su narrativa. Quién por esos años podría hablar del incesto entre hermanos, de la violación de una mujer usando una mazorca de maíz en un granero (sino que lo diga la Uriana de La fiesta del chivo o la Piura ficcional de Miguel Gutiérrez en El mundo sin Xotchil) o las salvajes invectivas que la señorita Burden le obligaba a replicar a Christmas durante el acto sexual. Todo tiene un por qué. El sur derrotado, atrasado, presbiteriano hasta la locura, pre fascista (a lo Bush), donde el Klux Klux Klan impera. Es la testarudez norteamericana en su grado más extremo, aquella que no soporta y desconoce al otro, ya sea negro, latino o musulmán. Cree que es la medida de las cosas y actúa ciegamente ante el supremo juez que siempre sonríe por sus sabias decisiones. Christmas es un hombre forjado por este fiero puño, magistralmente esbozado en su viejo padre adoptivo: McEachern, quien no duda en castigar a su hijo, por ejemplo dejarlo en la inconsciencia por no aprender su catequismo de memoria.

En palabras de quien al final del libro descubrimos es su abuelo, Christmas era una abominación de Dios. Siguiendo la lógica presbiteriana y de aquellos que fundaron la gran nación del norte, el mestizaje era una abominación. En EEUU. no hubo colonización, sino un simple exterminio. El mestizaje de Christmas es por ello una abominación imperdonable que lleva a la locura a su abuelo, locura criminal, pues prefiere la muerte de su hija y la de su nieto recién nacido a convivir con algo tan atroz, fruto del amor interracial. Es revelador lo que en un momento de su huída, perseguido por la ley, un negro le dice: “Tú eres peor que negro. No sabes lo que eres. Y más que eso: nunca lo sabrás. Vivirás, morirás y no lo sabrás nunca”. Y justamente Christmas es eso, un fantasma en huída constante, en huída de sí mismo, sin amor y sin afecto, incapaz de un gesto fraterno, frío y sin alma, sin identidad, sin saber qué es.

En resumen: una novela para no perdérsela.

NOTA: A la vista de todo lo que ocurrió en New Orleáns gracias a Katrina, cabe agregar que justamente la región por antonomasia que describe las ficciones de Faulkner es la de la ribera del Mississipi, la cual tiene como capital la hoy devastada New Orleáns. William la llamaba Yoknapphattawa. Hace unos días comprando libros me encontré con Las aventuras de Huckelberry Finn de Mark Twain. En un mapa de la zona, se señala a la desdichada New Orleáns como el escenario de las tropelías de Huckelberry. La trama de esta novela recrea la interacción entre el joven Huckelberry y un negro a través del inhóspito territorio antes mencionado. Precisamente, los detractores del gobierno de Bush se refieren al racismo como el verdadero motivo por el cual no se previó el desastre ni se actuó con eficiencia para rescatar a las víctimas. Así es, esta tragedia no ocurrió en algún país del tercer mundo sino en la más importante potencia mundial, acostumbrada a la planificación y la previsión. La pobreza y el racismo eran las taras de la región en los años treintas según se colige en Luz de agosto. La cosa parece no haber variado mucho, por algo que leyendo los libros de historia se puede corroborar: las sociedades como las personas son testarudas. Muchas veces no cambian.

Tómese este artículo como un modo de graficar el pasado ánimo de la zona.
 
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FRANCO. Del germ. Frank: libre, exento. Sencillo, sincero, ingenuo y leal en su trato. Liberal, dadivoso, bizarro y elegante. Desembarazado. Libre, exento y privilegiado. Patente, claro, sin lugar a dudas. CAVAGNARO: es un apellido italiano originario de Parma pero extendido en Liguria, donde existe un río con ese nombre. Existen datos desde el siglo XIV. Pasaron a América desde el siglo XVI y en mayor cantidad desde el siglo XIX a Estados Unidos, Argentina y Perú. Hay estudios sobre la rama peruana que inició un Angelo Cavagnaro, de San Andrea de Verzi, que llegó en 1852 con toda su familia.

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